Érase una vez una princesa que vivía en una torre, prisionera de un fiero dragón. Sus ojos eran brillantes como diamantes y su belleza, sin comparación. No era una damisela cualquiera, empuñaba el martillo medieval con una destreza sin igual y, en lugar de esperar por alguien más, ella misma se salvaba.
En Once Upon a Tower, tú eres esa princesa. Tu caballero llegó, pero su presencia no duró (fue devorado por tu guardián escupefuegos). Sin embargo, dejó su martillo de guerra, ¡así que úsalo para escapar! Para lograrlo, tendrás que abrirte paso a martillazos. No será fácil…
Mientras desciendes, debes arrasar con un bestiario de enemigos y capturar libélulas para ayudarte en el camino. Innumerables trampas obstaculizan tu escape, desde tótems lanzallamas hasta púas afiladas. Pero mientras mantengas tus dedos en forma, ni el gran dragón te detendrá.
Desliza tu dedo horizontalmente para desplazarte y pulverizar a tus enemigos, o verticalmente para maniobrar tu martillo. La sencilla pero satisfactoria mecánica de Once Upon a Tower hará que inviertas horas jugando. Después de unos cien niveles, con toda seguridad te preguntarás: y a esta aguerrida princesa ¿cómo la pudieron capturar?