Con un estilo elegante y minimalista inspirado en el dibujo técnico, reky es uno de los juegos de puzzles que más nos han llamado la atención últimamente y no sólo por su estilo visual. Es un juego absorbente que parte de una serie de ingredientes básicos para crear problemas complejos y endiabladamente intrincados.
Cada escenario parece formar parte de una estructura gigante muy elaborada que podría tomarse por una obra de arte interactiva moderna o por la maqueta virtual de un modelo muy complicado para armar.
Sin embargo, las instrucciones son simples: todo lo que tienes que hacer es guiar una minúscula bolita por los recovecos de las piezas en pantalla hasta la salida. Los únicos colores que verás son los que aparecen en algunos cubos que pueden moverse deslizando el dedo.
Puedes absorber los colores de un cubo si pulsas cuando estás encima de él, probablemente necesitarás ese color para pasarlo a otro cubo en blanco y así poder moverlo. Para transferirlos, sólo tienes que pulsar otra vez.
Muchas veces de todo lo que se trata es de rellenar los huecos del camino para poder avanzar, pero los movimientos de los cubos son limitados. Hay veces en las que te tocará absorber un color y luego regresarlo de vuelta para que el cubo pueda seguir moviéndose en la misma dirección.
Este es una de las primeras mécanicas que se aprenden, pero las cosas se complican rápidamente de la manera más ingeniosa. En otros niveles tendrás que saltar una y otra vez de un cubo a otro para que te sirvan de escalones que te conducirán a la salida. Antes de que te des cuenta, tendrás que vértelas con portales enigmáticos. Y luego llegan los desafíos de bonificaciones, ¿podrás resolver un escenario con el mínimo número de movimientos posible?
Aunque las cosas se complican cada vez más, es difícil estresarse porque el juego viene acompañado de una banda sonora igualmente minimalista, ambientada por sonidos de campanillas y gotas de agua que invitan a una concentración relajada. Se trata de una obra de arte del diseño en todos los sentidos.