CONOCE A LOS DESARROLLADORES

Trabajo y amor por los gatos

Los creadores de Meow Match se toman a los gatos miau en serio.

Meow Match

Juego de Rompecabezas de Color

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Bajo la llovizna matutina de la ciudad de Seattle, cinco desarrolladores que trabajan en el juego Meow Match - Puzzles y Gatos entran en una sala de conferencias con paredes de cristal. Se encuentran en el piso 23 de un edificio de oficinas, y se disponen a empezar su reunión de empleados semanal. La idea es planificar y resolver los posibles problemas del puzzle que han creado para iOS en el que los jugadores pueden alimentar, disfrazar y mimar a toda una camada de gatitos animados.

Entre los asistentes tenemos a la artista Caitlyn Patten, con una gorra de béisbol que tiene forma de cabeza de gato con bigotes y todo. Su trabajo consiste en bocetar a los felinos del juego mientras se divierten en diferentes aventuras, como por ejemplo, la que les lleva a montar en góndola.

El programador Tom Johnson también está en la sala, bebiendo café en una taza negra con dos orejas puntiagudas que él mismo modeló. Su trabajo está centrado en la mecánica del juego, haciendo, por ejemplo, que los gatos trepen por los muebles.

Al final de la mesa tenemos a Brianna Ogas, encargada del servicio de atención al cliente, frente a la pizarra blanca en la que ha dibujado a un gato con unos ojos del tamaño de dos platitos con leche.

La reunión comienza. Desde la pantalla del proyector, una caricatura de gatito mira hacia abajo. Lleva una corbata de moño y monóculo.

“Sólo quería mostrar brevemente esta cosa tan patética que he hecho”, dice el diseñador Ian Scott, justo antes de que aparezca un gato con orejas de conejo que ha sido pensado como parte de una promoción de Pascua.

A nadie le parece patético. Trabajar en Meow Match es adorar a los gatos, personal y profesionalmente hablando.

Combina suficientes piezas y te ganarás la codiciada capacidad de disfrazar de fresa a tu minino.

La directora de producción Jessica Brunelle encaja en ese perfil sin ningún problema. Y es que, además de tener experiencia en juegos postapocalípticos como Empire Z: Guerra Sin Fin y Battle Beach para la compañía que ha creado Meow Match, también ha vivido casi toda su vida con unos cuantos gatos: el salvaje Fido, que le arañó el muslo y salió volando, el suave Copernicus al que rescató al encontrarlo escondido en su garaje, el gordo y anaranjado Frank que se convirtió en su compinche al acabar la universidad y el dúo de Galactus y Merlin que viven hoy en día con ella, que son padre e hijo.

Ahora lidera el equipo de Meow Match, un juego impulsado por una historia que, como ella dice, “es como un minidrama del tamaño de un gato”.

Los jugadores ganan dinero cada vez que combinan tres piezas del rompecabezas (por ejemplo, pajaritos rojos o peces azules), y usan esa moneda para mimar a los gatos con comida y juguetes.

Mientras tanto, los gatos van explorando el mundo y descubriendo cuál es su verdadero destino. Consideremos, por ejemplo, el caso de Sterling: “Es un persa blanco”, explica Brunelle. “Nació en el campo, pero en el fondo es un gato de ciudad, así que sueña con ir a Nueva York algún día. La historia terminará por darle esa oportunidad. Quiere ser decorador o trabajar en la moda”.

Para llegar a Sterling, los jugadores tienen que completar muchos niveles, unos 500 o 600. Actualmente, Meow Match tiene alrededor de 900, aunque los desarrolladores siguen creando más porque sus jugadores más dedicados ya han llegado al final.

Estar a la altura de la demanda requiere mucho trabajo y tener reuniones como esta, en la que el equipo analiza y discute los comentarios recogidos por el servicio de atención al cliente, que en el caso de Meow Match, tienen poco de típicos.

“Es completamente diferente a cualquier otro juego que hayamos hecho”, dice Ogas. “Algunas personas simplemente mandan emoticonos, sin ningún mensaje añadido. También recibimos montones de ‘me encanta este juego. Me encantan los gatos’”.

De pronto aparece otra foto en la pantalla. Un jugador ha enviado un comentario al servicio de atención al cliente con una foto de un gato blanco y negro bajo una chaqueta. No hay contexto, no hay ningún error de ingeniería que resolver, tampoco ningún problema a nivel usuario que haya que solucionar. Es una foto de un gato, sin más.

“Awwww”, dice Brunelle.